El desempeño docente como ejercicio de poder.
La educación ha
evolucionado tal como lo ha hecho la humanidad y con ella el concepto de
Estado. Basta con imaginarnos a Sócrates rodeado de alumnos pertenecientes a la
clase privilegiada de la Atenas de la época tratando de explicar acerca de los
distintos tópicos a partir de las preguntas que le hacían los integrantes de la
clase y en alguna de ellas negar a los dioses atenienses lo cual a todas luces
representó uno de los delitos por los que fue juzgado y condenado a muerte.
Sócrates cuestionó una de las bases sobre las que se erigía el Estado ateniense
como lo era la religión en su pléyade de deidades y ese ente abstracto
representaba los intereses de una clase dominante que la utiliza para producir
y reproducir un modelo de dominación. Por un lado, están los legisladores que
crean leyes para institucionalizar la explotación, por otro los militares que
tienen el monopolio de la violencia legítima y están en la obligación de
utilizarla cada vez que las aguas se salgan de su cauce, cada vez que las minorías
expoliadas pretendan rebelarse contra el status y un poder ejecutivo que
favorece con su acción a los intereses económicos de las clases dominantes;
todo esto se hace en medio de una cultura imperante que mediatiza la autonomía
de pensamiento y justifica la desigualdad e injusticia de la sociedad en
cuestión.
La principal
fuente de cultura es la educación, la educación está institucionalizada hasta
el punto que una parte importante de los recursos que maneja el Estado están
destinados a ella, el diseño, implementación y operación del proceso se ejerce a través ministerios, dependencias,
direcciones de alcance nacional, regional y municipal todas conectadas en un
organigrama denso y complicado y que finaliza con lo que es el origen, la razón
de ser de todo ese andamiaje: Los alumnos en el aula recibiendo unos
contenidos establecidos en el plan de la asignatura. En ciencias básicas e
idiomas no hay mucha complicación porque dada la naturaleza de esas áreas del
conocimiento los cambios no son frecuentes; en cambio en aquellos relacionados
con las ciencias sociales y las humanidades suelen haber cambios en función de
la ideología dominante del Estado por lo que la educación se convierte en el
principal botín de guerra en la lucha perpetua por el dominio del aparato
estatal pues resulta el mecanismo de difusión del pensamiento, además de molde
para formar el talento humano que ayude a sostener el sistema, es la razón por
la cual todo político que se respete lo coloca dentro de sus prioridades.
Por la ya
descrito, resulta necesario entonces romper con el esquema de dominación,
través de la toma del poder para modificar los contenidos en función de los
intereses del proletariado para que tome conciencia de su papel histórico
transformador del orden establecido; fundamentalmente socializando los medios
de producción con la intención de revertir las relaciones de explotación entre
capitalistas y obreros, los primeros apenas le pagan a los segundos lo
suficiente para que estos sobrevivan a cambio de largas y agotadoras horas de
trabajo apropiándose de todo aquello que el obrero produzca por encima de su
jornal de subsistencia lo cual origina el concepto de plusvalía de la que se
apropia el capitalista para su provecho propio y para mantener el sistema de
explotación, luego es necesario cambiar la estructura del Estado para contener
los intentos de la clase dominante en revertir el proceso pues significa el fin
de sus privilegios.
Por ello, los
contenidos deben ser cambiados para que respondan a la ideología estatal, para
modificar la historia pues ésta suele ser escrita por los vencedores y se le
debe dar prevalencia a los personajes históricos que interesan a los fines de
resaltar los valores propios del nuevo Estado.
Lo descrito
anteriormente configura una visión general de la educación como parte del
conflicto social que se deriva de la lucha de clases en el marco de una
sociedad capitalista, ese modelo puede ser utilizado para explicar tanto la
relación de poder del Estado con la sociedad como la relación de poder entre
docente y alumnos en una rutinaria clase de una escuela ubicada en cualquier
lugar de un país. La relación entre docente y alumnos según el criterio del
docente puede ser jerárquica. El docente como “jefe” del grupo que dicta
pautas, impone un plan de evaluación que debe ser cumplido con todo rigor,
presenta los contenidos con muy poca participación de los alumnos hasta el
final del curso en el que se presentan los resultados definitivos con saldo de
aprobados y aplazados; otro docente, tal vez tenga un criterio distinto, mucho
mas abierto, mas participativo, que se plantee hacer del grupo un cuerpo
orgánico enfocado en obtener conocimientos pertinentes para conformar una
conciencia analítica. El docente en función de sus intereses y apoyado por una
institucionalidad complaciente puede convertirse en el capitalista descrito
anteriormente, reduciendo la cantidad de horas de aula por múltiples razones
mucha de ellas atribuibles a la infraestructura del plantel o a procedimientos
burocráticos, diseñando planes de evaluación que disminuyan su tiempo de
dedicación a ésta actividad mas si se trata de cursos atestados de alumnos que
dificultan la adecuada supervisión de los objetivos alcanzados.
En toda relación
de poder hacen falta dos, por otro lado los alumnos aprovechan la situación
para estar en sintonía con lo que es la naturaleza humana en tiempos en los que
la educación se ha desvalorizado: Pasar con el menor esfuerzo posible. Ser
parte de un grupo de alumnos de un curso numeroso diluye su responsabilidad, su
nombre termina siendo uno mas entre la lista de aquellos que redactaron un
trabajo cuyo contenido se debe exponer pero no todos participan pues no hay
tiempo como consecuencia de la limitación de horas dedicadas al proceso y por
la falta de verificación del docente de los objetivos o competencias alcanzadas
la asignatura termina siendo un mero trámite, como ausente del acervo de
conocimientos necesarios para cimentar el objetivo de una conciencia analítica,
responsable y motivada para seguir aprendiendo.
En este juego de
intereses no pierde el Estado pues seguirá allí como instrumento de dominación
de una clase por otra, quién realmente pierde es la sociedad pues mas allá de
las consideraciones que puedan hacerse acerca de la remuneración de los
docentes, de la infraestructura de las instituciones, la calidad y pertinencia
de los contenidos, de los incentivos para elevar el nivel académico de los
docentes son recursos que se no se utilizan de manera eficiente, además de
fracasar en el objetivo de formar el talento humano de la nación.
Hay un elemento
adicional. La humanidad ha sido testigo del desarrollo tecnológico mas
acelerado de su historia, el cual ha modificado la vida de los ciudadanos. Unos
pocos años atrás no existían los smartphones, ni la TV por cable y la internet
era de acceso muy restringido y ahora se han convertido en herramientas para la
vida lo cual incluye a la educación. El docente no tiene porque estar en el
edificio, en un aula, con pizarra y tiza, puede estar a muchos kilómetros de
distancia y puede dictar una clase a través de una conferencia interactiva, lo
que antes le tomaba revisar muchos textos para preparar una clase y a los
alumnos el esfuerzo similar además de competir entre sí por obtener el único
ejemplar disponible para su consulta en la sala de lectura de la biblioteca
ahora se resume en unas cuantas láminas en Power Point proyectadas con la ayuda
de un tablet a través de un video beam cual acorta los tiempos de aprendizaje
pues se le entrega el archivo con la información a los interesados por correo
electrónico o se pone a su disposición en una nube para ser descargado cuando
se desee, así como las plataformas de educación a distancia donde ya están
colocados los contenidos necesarios para completar las actividades de una
asignatura en particular llegándole a muchos alumnos al mismo tiempo están
modificando las relaciones de poder; ya existen aulas donde no es necesario
llevar lápiz y cuadernos se accede al aula insertando una tarjeta con chip en
una ranura, tomando un dispositivo electrónico de última generación donde el
alumno encontrará todo el contenido y las actividades a desarrollar ese
día mientras el docente monitorea el
proceso mediante una pantalla con la que además puede corregir y dar nuevas
instrucciones según las necesidades del grupo. Existen países como Corea del
Sur que tiene un ambicioso plan para extender este modelo de aula a toda su
geografía lo cual requiere de un presupuesto generoso pues toda esa tecnología
resulta costosa pero las autoridades ven el costo como un elemento secundario
considerando que el esfuerzo los mantendrá a la vanguardia del desarrollo de la
educación en el mundo si tomamos en cuenta que éste país del Sudeste Asiático
suele estar en los primeros lugares del ranking que resulta de la aplicación de
las pruebas del proyecto PISA que mide el nivel de aprendizaje de los
estudiantes que llegan al final del nivel educativo obligatorio en las naciones
que conforman la OCDE y en el que los países de America Latina no suelen salir
muy bien parados (http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/12/131203_pisa_resultados_am.shtml). Si el plan surcoreano resulta
exitoso, y eleva el nivel académico de sus estudiantes no hay duda
de la intención de vender el modelo a otros países que tengan el mismo
objetivo, la voluntad política y la disponibilidad financiera lo cual
aumentaría la desigualdad entre los países en lo que se refiere al desarrollo
del talento humano con consecuencias que serían objeto de un estudio exhaustivo
de gran interés.
El aparato estatal
como instrumento interesado en difundir una ideología determinada para la
consolidación del dominio de un grupo sobre el resto de la sociedad a través de
la educación, los intereses de clase social, la dialéctica de la relación
docente-alumnos y la tecnología conforman una red que termina sirviendo a los
intereses de quienes detentan el poder. De los fines que se plantean los que
tienen el control de ambos (Tecnología y Poder) depende el destino de la
humanidad, lo cual no es poca cosa.
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