El aprendizaje y la creación de valor
Heráclito
Ella llegó a su trabajo como
todos los días. Saludó al vigilante que cordialmente le daba la bienvenida
además de hacerle algún comentario amable acerca de su apariencia, estacionó su
vehículo en el lugar asignado tal como aconsejaba el Departamento de Seguridad
Integral, caminó por el pasillo, saludó a la señora que en ese momento entraba
a una de las oficinas a realizar su rutina de limpieza además de preguntarle
por la salud de un familiar. Como todos los días se encaminaba a colocar su
dedo en el captahuella, esperar el mensaje de la voz metálica:”Bienvenida.
Acceso autorizado” y como todo primer día hábil de cada mes se acercó a la
cartelera a revisar quiénes eran los cumpleañeros del mes. Hurgó con la vista
por segunda y tercera vez, pues pensó la habían cambiado de lugar. Antes en la
esquina superior derecha y ahora no veía la lista acostumbrada. Vió hacia el
cubículo de la encargada de esa tarea y estaba inusualmente despejado. No dijo
nada. Se dirigió hacia su lugar de trabajo mientras repasaba todas las tareas a
realizar; informes, reuniones, citas y entre cada tarea pensaba en una vida con
vacaciones permanentes en lugares paradisíacos, una playa, una montaña, un ambiente
urbano sofisticado. El inicio de la mañana del día siguiente se repetía la
escena con una leve variante: El escritorio que antes ocupaba Magda ya tenía un
nuevo inquilino. Inquilina para ser exactos. La lista de los cumpleañeros del
mes seguía sin aparecer en su lugar acostumbrado. El resto de los empleados
estaban absortos en sus rutinas y calamidades diarias, pasaban las fechas de
los cumpleaños, unos pocos se acordaban de los mas cercanos, los menos populares eran olvidados. Pensó que
se volvería a la normalidad el mes siguiente, que el último día de ese que
corría se organizaría algún evento express para compensar la omisión. Llegó el
último del mes y no se anunció nada. Todos pensaban lo mismo, nadie decía nada.
Seguía esperanzada con que el primer día hábil del mes todo volvería a la
normalidad. Carmen, la sustituta de Magda estaba a punto de cumplir su primer
mes de trabajo, era menos jovial que su antecesora, se vestía de un modo
conservador, colores oscuros, siempre de pantalones, nada de escotes, poco maquillaje,
pocos accesorios, apenas sonreía, era muy cortés, los que habían tenido
contacto con ella por motivos laborales reportaban como eficiente pero de trato
rígido, ya compartía el receso del almuerzo con los mas antiguos del
departamento de Gestión del Talento Humano. Se esperaba que ese primer día
hábil del mes reapareciera la lista, los cumpleañeros del mes anterior fruncían
el ceño y veían a otra parte cuando les mencionaban el asunto. La lista no apareció ni ese día, ni
el siguiente. En el tercer día, la misma cantidad de días en los que Jesús
resucitó, ella se dirigió al cubículo de Carmen:
-¡Buenos días, Carmen! ¿Como
estás?
-¡Hola! Bien. ¿Y tu? Respondió
sorprendida ante la visita inesperada para luego rematar con ansiedad por darle
fin pronto:
-¿En que te puedo servir?
-Carmen: ¿Qué pasó con la lista
de cumpleañeros del mes?
-¿Perdón? La sorpresa no cesaba,
era genuina. ¿Aquí se hacia una lista de cumpleañeros del mes?
- Si. Magda la colocaba
religiosamente en la cartelera el primer día hábil de cada mes.
-No sabía. Nadie me lo participó.
Bueno, para ser franca (titubeó como pensando si decirlo); apenas llegué me dediqué
a las tareas mas urgentes porqué el trabajo está muy atrasado. La persona que
estaba aquí conociendo que se iba dejó muchas cosas sin hacer y ahora es cuando
puedo quitar la vista de la PC de vez en cuando para ver por la ventana. Llevar
esa lista quita tiempo, hay mucha rotación de personal, todos los días entra
alguien y se va alguien y de verdad no creo que se haga a menos que….
Carmen lo había dicho todo. La
lista no salió mas. Los que cumplieron años en los días de la gestión de Magda
se sintieron privilegiados. Todos aportaban gustosos para comprar torta,
refrescos y snacks varios, los que no; se sintieron olvidados y enfocaron su
malestar en la recién llegada. Se perdió un espacio en el que dejaban de ser
los serios y aplicados empleados para ser los amigos, los seres humanos que se
permitían la licencia del chiste malo, alguno de ellos sacar el cuatro que
guardaban para la ocasión y entonar alguna melodía criolla o complacer a
homenajeado con alguna de su preferencia. Todos volteaban al ver llegar a Carmen
al comedor, algún comentario de mal
gusto hacían sobre su apariencia o alguna mala conducta era resaltada, a muchos les parecía que su
labor no era útil.
A la vida se viene a aprender. En
un médico cirujano, un piloto, en cualquier profesión, en un contexto normal, la experiencia resulta un valor, tal vez EL
VALOR mas importante en el desempeño de la misma. Una persona va ganando
experticia para enfrentar situaciones adversas y resolverlas; así son las
organizaciones, término que viene de la palabra organismo que a su vez se
asocia con una ciencia como la Biología. Muchas disciplinas científicas han tomado
el concepto para desarrollar hipótesis que expliquen algún aspecto de su objeto
de estudio. En los prolegómenos de la ciencia económica, en el transcurrir del
siglo XVIII, los denominados Fisiócratas explicaban que la creación de la
riqueza estaba basada en la posesión de la tierra (y por ende, en la
agricultura) en un sistema orgánico que funciona en armonía que eventualmente
puede sufrir cambios derivados de intervenciones que obstruyan la fluidez del
proceso. Igual pasa en cualquier organización sea de naturaleza pública o
privada; funciona como un sistema orgánico con memoria capaz de almacenar
conocimiento y de aplicarlo para que se convierta en una innovación en la forma
de hacer. Cuando una persona se marcha de una organización se lleva consigo
todo un aprendizaje que si la misma no fue capaz de seleccionar al sustituto y
formarle la pérdida es mayor, expresándose en cada tarea que se deja de hacer que redundaba en la construcción de un
ambiente de trabajo grato o la llamada permanente del nuevo ocupante del cargo
para solicitar apoyo sobre una de las tareas por no saber como actuar ante una
situación sobrevenida producto de una coyuntura determinada, el tiempo que se
pasó en talleres, foros a los que se le envió. El cambio en la rutina motivado
mas por la comodidad del ejecutante que de la necesidad de la mejora contínua
de la gestión destruye valor y retrasa el crecimiento de la organización. En
éste ambiente permanente del sálvese quién pueda que viven las organizaciones en medio de un
entorno externo hostil como la regulación excesiva, la legislación laboral
permisiva con el empleado irresponsable, el desconocimiento de los derechos de propiedad, que se
empeña mas en lo urgente, en apagar la candelita, en mostrar los dientes, los
músculos para amenazar, para usar la fuerza y amedrentar, en la gerencia por
crisis que en lo importante, en los principios, en usar la persuasión, el
debate para la toma de decisiones consensuadas donde cada quién se sienta parte
del proceso y no un órgano que se puede extirpar en cualquier momento bajo la
creencia de que la organización será la misma. Sin duda, seguirá su marcha pero
el daño ya está hecho.
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