Donald Trump, el chavista
Vecindario de Detrot, US |
Friedrich Von Hayek en su libro
”Camino de servidumbre” hace una disección del totalitarismo exponiendo el
carácter represor de las dos tendencias políticas de la época que a su juicio
lo encarnaban. Uno, el nazismo que le
tocó padecer y del que se vió en necesidad de huir para ponerse fuera de su
alcance. La otra era el comunismo; Von
Hayek, palabras mas, palabras menos expresaba que ambas aparentemente
irreconciliables y enemigas a muerte, a juzgar por los virulentos discursos de
unos contra otros y a la acción alemana de invadir la entonces URSS cuya
batalla fundamental por la importancia del lugar, por su nombre y lo sangriento
del ataque fue la de Stalingrado, sobre la que se han escrito océanos de tinta
y filmado kilómetros de película sin poder asir en su trágica dimensión humana
lo acontecido en ese lugar. Ambos se distinguen por la exaltación de lo
nacional, el reparto generoso de culpas de la coyuntura que los afecta a enemigos externos, el fin de las libertades
públicas, el desdén por la la institucionalidad democrática, el feroz control
sobre la iniciativa privada y el acoso a la oposición. Actualmente, está
planteado el debate sobre la conveniencia del proceso de integración europeo,
que para algunos se encuentra en peligro por la insondable crisis fiscal griega
y el ascenso al poder de la agrupación política Syriza encabezada por Alexis
Tsipras quién luego de ofrecer una plataforma alterna a las recomendaciones de
la troika del mal conformada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo
y el Fondo Monetario Internacional , teniendo todo el respaldo político de la
sociedad griega proveniente de un referéndum consultivo aceptó el paquete de
ayuda financiera atada a un plan de ajuste estructural con la intención de
recuperar el equilibrio perdido de las cuentas fiscales y externas así como el
retorno del país a la senda del
crecimiento económico; pero (Oh sorpresa!!) desde cierta distancia, en las
islas británicas; concretamente en la mayor de ellas, en Inglaterra sale la voz
disidente contra la Unión Europea, el UKIP que colocándose a la derecha del
espectro político denosta contra las políticas de integración del viejo
continente con un discurso cuyo objetivo es el de convencer al electorado
británico de la conveniencia de cortar todo nexo con Europa en ese sentido y
que no pocos asocian con el nazismo particularmente por la xenofobia implícita
en sus párrafos. Muy parecido por cierto al comunismo anacrónico de la cúpula
que se ha dedicado sistemáticamente a destruir a Venezuela. Donald Trump, se
embarca en la ola de la desintegración europea, descarga toda su furia contra
México y los mexicanos, hace comentarios en los que denigra de manera
vergonzosa de una dama perdiendo su condición caballero si alguna vez la tuvo y
ahora hace de la reciente devaluación del yuan el objeto de su furia al
considerarla contraria a los intereses de los Estados Unidos. La combinación de
xenofobia con la consecuente oposición a los procesos de integración, la
discriminación de género y su acendrada crítica a las decisiones de política
económica de otros países tiene la intención de hallar un punto de conexión con
las masas depauperadas a consecuencia de la mudanza de industrias emblemáticas
de los Estados Unidos hacia afuera de su frontera al sur o que se han visto
desplazadas por la avalancha de bienes baratos Made in China o productos
agrícolas subsidiados provenientes de Europa que resulta un segmento
identificable del electorado que posee un bajo nivel educativo, con empleos
precarios cuando no desempleados localizado en el campo o en la ciudad en
barrios de clase obrera. Exactamente el segmento del electorado que el chavismo
ha promocionado y sobre la cual ha basado su acción de gobierno. El segmento
que busca un ángel vengador que castigue a sus enemigos y los redima de la
decadencia en la que viven con una diferencia que no es menor: El chavismo no
tiene a su alcance el botón o el código que desencadenaría una versión
aumentada y corregida del holocausto nuclear de 1945, que Mr. Trump en su
postura supremacista no dudaría en utilizar ante cualquier país que le resulte
molesto a los intereses de su nación.
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