¿Cual es el precio del US$? (III)
Venezuela de los últimos 384
meses transcurridos desde Febrero de 1983 ha sufrido durante 253 los rigores de
controles de cambios con distintos
nombre: RECADI, OTAC, CADIVI o CENCOEX. Todos con la intención de ponerle un
torniquete a la fuga de capitales,
preservar el nivel de reservas internacionales y el valor de la moneda
local. No hace falta un exhaustivo análisis de variables macroeconómicas para
evaluar el resultado de ese rosario de buenos deseos que impulsaron su
implementación en diversas épocas siendo la mas prolongada la iniciada en mayo
del 2003 y aún vigente en agosto del 2015. La escasez ha sido persistente, la
inflación solo ha crecido, la recesión de la actividad económica se ha
convertido en el estado habitual del país y la fuga de capitales ha sido mayor
con ellos que sin ellos. El que se inició en Febrero de 1983 durante la
presidencia de Luis Herrera Campíns y continuado hasta Diciembre de 1989 por
Jaime Lusinchi quién le sucedió en la Jefatura de Estado del país; luego de un
corto receso de libre convertibilidad durante la segunda Presidencia de Carlos
Andrés Pérez para luego caer en la segunda administración de Rafael Caldera
entre junio de 1994 y abril de 1996 al que se le puso fin con la denominada
Agenda Venezuela con Teodoro Petkoff como responsable político, fueron motivados
por razones económicas relacionadas con la caída del precio del petróleo. El vigente
hasta la fecha se impuso por razones políticas, pues durante varios años del
mismo el precio del petróleo alcanzó máximos históricos. La paridad pasó de
4,30 a 7,50 Bs por US$ en 1983 hasta el vigente 6,30 como tipo oficial vigente
o el 199 de un mercado en el que nadie transa como el denominado SIMADI o el del 680 del portal dolartoday.com. Es
necesario mencionar el hecho de que en el interín de todo este período histórico
se hizo una reforma monetaria destinada a quitarle tres ceros a la moneda el
cual se inició con la paridad de 2.150 Bs por US$ que al dividir entre mil
quedó en 2,15 BsF por cada unidad de dólar de los US. Todos los controles de
cambio han fracasado fundamentalmente por una política fiscal expansiva que aumenta
la demanda interna por encima de las
posibilidades de una oferta agregada incapaz de satisfacerla por lo que se debe
apelar a importaciones hechas con un
tipo de cambio sobrevaluado que las abarata respecto a la producción local. La
mayor demanda de divisas hace imposible sostener el tipo de cambio por lo que
se requieren precios del petróleo cada vez mas elevados para financiar la
vorágine de consumo o recurrir al financiamiento externo. La primera
posibilidad es limitada pues el precio del petróleo está sujeto a fluctuaciones
tanto de mercado como a intereses políticos de las grandes potencias y el
segundo tiene un costo financiero que se eleva en función de la variable
denominada riesgo-país que solo crece por la imposibilidad del régimen de
implementar una política económica creíble que produzca en los prestamistas la
confianza de que se honrará el compromiso contraído. El actual; según confesión
rampante de la camarilla en el poder tiene intenciones políticas. Una; la de
arruinar a empresarios que muestren su oposición al régimen. Dos; que los mas
cercanos a la distribución de las divisas puedan sustituirlos no con mas
producción sino con importaciones masivas que les permitan crear conexiones con
países aliados para crear intereses tan poderosos que para ellos sea una
necesidad que el régimen venezolano continúe en el poder. La administración de
los sucesivos torniquetes cambiarios solo ha servido para decidir quiénes
pueden lucrarse de manera grotesca con empresas de maletín que importan basura
que se compran a sí mismas, facturándolas como mercancía nueva al tipo de
cambio preferencial y que luego pueden utilizar libremente en el financiamiento
de unos gustos que demuestran que tener mucho dinero no es sinónimo de buen gusto.
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