Los exiliados internos.




Es muy doloroso que una sociedad no sepa retener a sus mejores ciudadanos, no sea capaz de crear las condiciones para que cada uno de ellos perciba que el lugar donde nació es el mejor disponible para soñar con una vida ideal y trabajar para hacerla posible. Unos se llevan su capacidad y actitud proactiva ante las circunstancias y se adaptan al nuevo contexto, otros pretenden que el contexto se adapte a su carácter y exigencias, quisiera pensar que los segundos descritos son los menos pero que sus obras inspiradas en sus malas pulgas hacen mas ruido que la bondad en el quehacer de los primeros. De ambos, todos hablan y comentan de los que poco se habla y se comenta son los exiliados internos, los discriminados en su propia nación que en su contrato legal supremo promete darles igualdad ante la ley, justicia y oportunidades para todos. Aquellos que por las razones que fuere no han querido o no han podido marcharse del marasmo de sociedad en la que viven o que se han ido y regresado con el delirio de colaborar con la utopía. Que se han preparado de acuerdo a sus posibilidades económicas y que la posibles falencias en su formación han intentado subsanarlas con dedicación, con el esmero de los que todos los días sueñan trabajan para ser mejores personas y que son despreciados por sus propios compatriotas por tener un currículum vitae fuera de lo usual, con varios lauros universitarios, con evidencias de haberse  dedicado a causas nobles, por expresar aficiones fuera de lo común, por demostrar que la formación del ser humano es integral y no tiene porqué estar encasillada en apenas un área del conocimiento,  porqué en redes sociales  expone  sus opiniones abiertamente y de manera honesta sencillamente por ser eso un derecho humano fundamental  y no una concesión generosa de su Real Majestad: El Estado oligofrénico y torpe. No los aceptan, porqué se convierte en una espinita en el zapato de los poderosos, porque es muy viejo y con criterio propio, porqué piensan que sus dotes de líder lo convertirán en el peligroso cabecilla de un movimiento destinado a liberar al proletariado de la opresión, porqué el sujeto exigirá derechos a cambio del pleno cumplimiento de sus deberes además (y que es lo peor) de dinero, dinero, dinero y mas dinero. Esto no es nuevo, es apenas la evolución de una conducta que de diversas maneras ha ido evolucionando, es propia de la idiosincrasia del nacido en el mejor país del mundo como demagógicamente proclaman no pocos dirigentes políticos que nos hacen herederos de un gravoso legado que ha convertido al país en las distintas etapas de su “gloriosa” historia en una trituradora de talentos, que los expulsa o los aniquila. Sucedió con Sebastián Francisco de Miranda quién fue entregado por sus propios correligionarios de la causa independentista muriendo en la cárcel del enemigo al que combatió tenazmente y que además extravió su cadáver, sucedió con Manuel Carlos Piar quién fue fusilado por sus propios compañeros de armas, sucedió con Simón Bolívar quién cosechó algo de su siembra y planeaba marcharse del territorio de la Gran Colombia que no pudo ser, sucedió con Simón Rodríguez, quién una y otra vez  golpeó sus ideas de avanzada con la muralla del anacronismo, sucedió con Cecilio Acosta que no pudo en su lucha soterrada contra el poder a pesar de un formación vasta y de ser reconocido como un humanista de excepción muriendo en la pobreza, sucedió con Rafael Rangel a quién la comunidad científica de su época condenó al ostracismo por provenir de humilde cuna y ser de piel oscura en una sociedad que no superaba la atrocidad de las diferencias raciales, sucedió con José Antonio Ramos Sucre reconocido como un rara y extraordinaria avis de las letras hispanoamericanas cuarenta años después de su deceso causado por propia mano en Suiza, ha sucedido con los venezolanos ilustres como el escritor mas universal de los nacidos en éste país: El Dr. Arturo Uslar Pietri, los Cardenales Ignacio Velasco y Rosalio Castillo, dignos hombres de fé y de Iglesia que tenían ideas disímiles respecto al paradigma imperante, con el Dr. Humberto Fernández Morán Lara que fue forzado a marcharse del país dejando inacabada su obra de fundación del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, entre otros tantos venezolanos que han fallecido allá ó acá, mas o menos conocidos todos ante en el silencio oficial cruel e indiferente por no comulgar ante la naciente democracia que se inauguró con las mismas prácticas del régimen que combatió o en el altar de una revolución hecha con el oropel de muy mal gusto. Sucede con millones de venezolanos que son diferentes, que creen aún que el estudio, la cortesía, el respeto por los semejantes, los principios, los valores, la solidaridad y la bondad son las herramientas para hacer de éste pantano un mejor país capaz de atraer a todos aquellos que se marcharon en pos de un sueño imposible de realizar en su propia tierra.

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