El paradigma y el poder (i)




El mundo suele debatirse entre dos extremos. Entre la luna y el sol, entre el pico y el valle, entre el fuego y el agua, así es en la naturaleza, así es en la ciencia. La realidad tiene sus matices, en la ciencia suelen ser variopintos, pues han ido en proceso de evolución, así como ha evolucionado la sociedad. Según Avila-Fuenmayor (2007):

La historia de las ideas muestra como el saber científico se difunde para dar como resultado conceptos filosóficos y aparece eventualmente en obras literarias muestra como unos problemas o nociones pueden salir de sus fronteras filosóficas para incrustarse en los discursos científicos y políticos

es decir; que la difusión de los paradigmas suele trascender la esfera de la academia para hacerse social hasta el punto de formar parte del lenguaje que la sociedad emplea y en sus creaciones artísticas.
            Si lo vemos como una relación dialéctica, el proceso puede ser al contrario: El discurso político termina condicionando la esfera de lo académico debido la necesidad de crear un ambiente donde para tener la razón sea necesario cambiar la razón. Como dijo un 12 de Octubre de 1936 Miguel de Unamuno siendo Rector de la Universidad de Salamanca, España al enfrentar el saboteo de un grupo de activistas de la Falange española encabezados por el General José Millán-Astray quienes gritaban “Muera la inteligencia” en un acto que presidía en su condición de máxima autoridad de la institución:Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha.”  Por eso, en la historia han existido intentos por crear una ciencia, una cultura, una historia que esté al servicio del poder. Se ha tratado de crear una ciencia socialista, un arte socialista y se ha distorsionado la historia, debido a aquella conseja que reza:”La historia la escriben los vencedores” cuando el poder es visto como lucha, o como el espacio que debe ocupar el vencedor una vez sometido el vencido desde el enfoque bélico. Para Michel Foucault, el poder es una estrategia que se ejerce coaccionando a los sujetos en las diversas esferas, una de esas esferas se refiere a la relacionada con el sometimiento de unos saberes que terminan siendo relegados y su sustitución por otros que terminan siendo los que le dan base al poder constituido.
            En el caso de las ciencias humanas en general, sociales en particular y en las educativas como la mas social de todas las áreas del conocimiento, existen corrientes paradigmáticas que tratan de explicar realidad desde una perspectiva cuantitativa y otras desde una perspectiva cualitativa. La cuantitativa parte de la idea de la existencia de unas necesidades infinitas que están dadas y que deben ser satisfechas con bienes que resultan insuficientes para ello, por lo tanto plantea la necesidad de priorizarlas para atender las mas importantes o urgentes, que hay que cuantificarlas, satisfacerlas en base a los recursos existentes mientras se busca la manera de producir bienes en número suficiente para la satisfacciones de todos, el otro entiende que ese mecanismo de reparto para la satisfacción es injusto y por lo tanto debe modificarse la estructura existente, para romper las relaciones de poder que se benefician de la injusticia, poner los recursos (el poder, entre ellos) de los necesitados, dicho de otra manera; el problema no es la escasez de recursos para satisfacer las necesidades si no la manera de distribuirlos.
            Cuando en el poder se entroniza; ésta última noción o paradigma, desecha el anterior para imponer aquella que resulta conveniente a sus intereses, por eso se crean instituciones, comunidades científicas, programas paralelos que difundan el nuevo y oculten el anterior. De los niveles educativos superiores se van permeando hacia los niveles educativos de menor rango, lo cual se traduce en el temor de la mayoría de estudiar materias relacionadas con las ciencias básicas, la escasez de profesores capacitados en esa área del conocimiento y en un ambiente hostil hacia los existentes dada la cantidad de reprobados en ellas generándose presiones de parte de los supervisores educativos hacia ellos.
            No son pocos los esfuerzos realizados para innovar en la manera de impartir conocimientos en éstas áreas, para hacerlas accesibles a todos los alumnos y despertar interés, pero de nada valen estos esfuerzos si no van acompañados de una política integral que motive al talento humano a dedicarse a su estudio. Esta situación no se limitará a las materias cualitativas, si no que irá trasladándose a las materias relacionadas con las ciencias “blandas” por lo que no se requerirá un mayor esfuerzo superior de los alumnos al de asistir todos los días a clases para conseguir aprobar las asignaturas. En este caso, el poder hace recaer toda su fuerza de coacción para conseguir el sometimiento de los involucrados, igualmente y de modo más sutil ocurre en otros niveles académicos en los que abiertamente se identifican las instituciones con un paradigma determinado hasta el punto que la mayoría rotunda de los proyectos de trabajos especiales de grado están hechos bajo el enfoque cualitativo.
            ¿Quiere decir esto que el paradigma cuantitativo está en desuso? Dice Rodríguez (2010):

           Bajo el pretexto de cuestionar las deficiencias que, sin la menor duda, han tenido el positivismo y el racionalismo, en el fondo sus críticas dejan intacta la naturaleza de estas dos corrientes epistemológicas, que aún siguen siendo predominantes en la práctica intelectual y científica actual.

Según el autor, el cuestionamiento ha dejado intacto el espacio ocupado por ellos en la propia ciencia. La investigación cualitativa es una derivación de los paradigmas que buscan desentrañar los vericuetos del poder constituido como forma de dominación, surgió para hacer oposición a las relaciones de dominación producto de las contradicciones entre el trabajo y el capital que son acalladas mediante el uso de la fuerza institucional que le da el monopolio de la violencia a la representación del Estado, para descubrirlas y plantear la transformación de la realidad por otra que modifique el status, y ahora forma parte de la cultura del poder, impone su paradigma y ahora tiene la necesidad de replantearse.

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