Blake, Huxley & Morrison.

El Anciano de los días de William Blake

The Doors


A 43 años de la muerte de Jim Morrison


Un trío inseparable. Raras avis dotadas de una sensibilidad inasible para sus contemporáneos. Blake con una obra en poemas y pinturas, con una gran carga mística, con una mitología propia. Morrison, con una banda que bautizó a partir de un verso del poema de Blake “Marriage between of heaven and hell”:  "If the doors of perception were cleansed, every thing would appear to man as it is: infinite." (Subrayado del autor), poemas y prosas densos conectados con el artículo escrito por el escritor británico Aldous Huxley en 1954 llamado “The doors of perception” además de toda una obra dedicada a los sueños de mescalina y a la angustia sobre el futuro de la humanidad. Unidos por el delirio, por ir mas allá de los comunes, por superar la insoportable levedad del ser que denunciara Milan Kundera en una de sus obras. Blake en una búsqueda de la espiritualidad extraviada y encontrada en la Biblia para crear su propia religión, Huxley la encontró en la mescalina como la llave para abrir la puerta de la percepción y la creatividad, Morrison en su aislamiento en el desierto donde encontró  el universo propio de los aborígenes americanos vinculándose con los dioses a través del peyote. La visita al cementerio de Pere-Lachaise en París a encontrarse con el alma indómita y revoloteante de ese colibrí frenético con melena, sin camisa, de mirada dsenfadada  y malos modales al irrumpir en la realidad sin permiso de nadie que fue James Douglas Morrison es una necesidad para todos los cultores de The Doors, oir en el ambiente mientras caminas a esa cita el solo de teclado de Ray Manzarek en Light my heart, el ritmo pausado y monótono de Riders on the storm, la cadencia en el andar de la L.A Woman,  compartir la necesidad de que le mostraran el camino al next whisky bar y querer mudarse a Alabama, su conflicto con la celebridad que no quiso ser, es al mismo tiempo  un viaje a la espiritualidad de Blake que lo inspiró, al Anciano de los días, Al Dragón rojo, a Newton, al Juicio Final, al universo en un grano de arena. Tocarle la puerta a la alucinación del Mundo Feliz de Huxley y salir  corriendo como el joven que quiere demostrar su arrojo ante el grupo que lo reta, solo para escuchar el sonido del material con que está hecha,  entrar significa encontrarse con lo que no que estamos buscando en nosotros mismos, con la obra de unos espíritus libres que sobrepasaban la realidad,  apreciar el hilo conductor entre unos y otros para seguir explorando sus obras, un agradecimiento a la obra de Michel Foucault quién sugería no quedarse con lo leído, visto y escuchado invitando a conectar cada palabra, cada imagen, cada sonido con un discurso contínuo, a escudriñar entre líneas y a ser diferente.

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