Los gurúes autodecretados.

Don Quijote de La Mancha en medio de su delirio, salió de su propiedad ubicada en aquel lugar del cual no quiso acordarse a buscar alguien que lo armara como caballero; dada su urgencia por cumplir con éste requisito no le importó quién lo hiciese. Napoleón Bonaparte, en medio de la pompa organizada para traer al Papa para su entronización como Emperador le arrebató la corona de las manos a Su Santidad para colocársela sobre sus sienes en una clara señal de que no había llegado allí por la gracia de Dios si no por la voluntad de su brazo y genio militar. Isabel II de Inglaterra; la última Reina británca coronada en la Abadía de Westminster y Felipe VI recién coronado Rey español utilizaron vías institucionales rematadas con celebraciones que siguieron el protocolo den rigor. Otros, menos encumbrados por la historia, con aspiraciones mas modestas en lo que se refiere al ámbito territorial y jurídico de acción pero con egos muy robustos  extrapolan el concepto de rey en la primera acepción que establece la RAE al de gurú sea como forma de denominar en el hinduísmo al maestro espiritual o jefe religioso ó “…. a quién se le reconoce autoridad intelectual” quedando a medio camino entre la alucinación del tenaz luchador contra los molinos de viento Don Alonso de Quijano y la iracundia del piccolo de Córcega enmarcado en la tradición judía del pastor del rebaño y la griega del líder militar circunscrito a un territorio determinado. Ambos  en tiempos globalizadores; van mas allá del número de ovejas y de la extensión del ámbito geográfico, pues las redes sociales se han convertido en una herramienta muy poderosa para promocionar la influencia de éstos personajes. La combinación de un discurso entusiasta pleno de simbolismos mas o menos intencionados con un público ansioso de oír lo que quiere, que busca en las RRSS concretar lo que en la vida real no consigue son un terreno fértil para que florezca la subyugación, el dominio de un grupo que creerá sin mucha discusión todo lo que el gurú autocoronado exponga acerca de cómo cambiar el mundo, como lograr la independencia financiera, como ser feliz sin morir en el intento, como levantar chicas,  como preparar un mondongo (Sopa venezolana compuesta por el intestino de la res, hierbas arómaticas y verduras varias) que pueda quedar a la intemperie por un mes sin ponerse agrio o cualquiera de la amplia gama de promesas básicas que suele ser el objetivo de sus disertaciones.
Una autoridad científica en cualquier materia, un líder reconocido se forma a partir una obra que goza del reconocimiento de sus pares en la comunidad de entendidos certificados en el asunto o la conformación de equipos competentes capaces de alcanzar objetivos y no por el decreto de un grupo de entusiastas dispuestos a cambiar al mundo que se crean una identidad expresada con una simbología determinada y con atributos autodecretados, invitan a otras personas a expresar gratuitamente sus juicios acerca de tal o cual aspecto de actualidad mediática través de debates en foros en facebook, twitter e instagram sin ellos exponer su criterio para así obtiener ideas sin pagar por ello, con presentaciones mas entusiastas que sustantivas, que hasta cuestionan la capacidad de los legos para entender la naturaleza de las actividades que suelen desplegar en el desarrollo de las mismas como gritar mantras que se queden en la psique del participante, hacer levantar uno de los brazos a la multitud exaltada mientras se toma una foto en la que parece que loan al Fuhrer e impresionar a la audiencia potencial.

No tiene nada de malo tratar de cambiar al mundo, lo que si resulta cuestionable es hacerlo a través de la manipulación de conciencias, de promocionar modos de hacer reñidos con la convivencia social al convertir a los receptores del mensaje en personas sin escrúpulos para las que todo vale con el propósito de alcanzar el objetivo deseado intensamente y desdeñar las metodologías que permiten demostrar o medir la eficiencia de las políticas que sugieren a las corporaciones asesoradas por ellos ya que forman parte de la cultura decimonónica a ser desplazada por sus innovadoras ideas así como también la formación académica formal por ser del criterio de “que la verdadera universidad está en la calle”. El desdén por la metodología cuantitativa y por la educación formal viene; para el primero de los asuntos mencionados en establecer la necesidad de no probar en el campo real los resultados de sus sugerencias que se ponen en práctica ya que entran en un terreno que no conocen y para el segundo se guardan la paradoja mayor: Una crítica acérrima a la educación formal pero su modelo de negocios está fundamentado en talleres, conferencias, foros que prometen al participante al finalizar un reluciente diploma firmado por el gurú autocoronado como constancia de que recibió la iluminación del inextinguible faro de su saber.

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