Los sospechosos habituales clásicos y el Estado

Todo hombre responde a su tiempo. El tiempo; según  convención profundamente humana condiciona su modo de vivir y en los seres mas complejos, aquellos que son mas ideas que acción con mayor razón. La guerra, otra terrible convención e invención humana tiene como fin último aniquilar al enemigo, no verlo en frente y la manera expedita es la de acabar con su vida y con el paso del tiempo hay diversos modos de matar, cambian los instrumentos pero el fin es el mismo.
     Con las ideas pasa algo mas complejo. La idea de dominación sigue siendo la misma, pero los que piensan en el poder, en el Estado como instrumento para consolidar la idea han mutado su manera de pensar para refinar los instrumentos de dominación. Existen otros medios para llegarle al dominado y hacerle pensar que es libre, crear la noción de independencia, de autonomía de pensamiento. Ahora la dominación va en el bolsillo en forma de Smartphone, viene en cajas rectangulares y de poca profundidad rellenas de televisores en HD-HDMI-LED o en 3D, en modelos de medidas físicas muy poco vistas caminando por calles que crean inseguridades que solo pueden ser resueltas con la compra de una marca muy costosa que no se le ve bien al inseguro de turno pero a nadie le importa pues el sello que la distingue y la cantidad de dinero desembolsado a cambio de la pieza hacen olvidar la noción de estética.
     Sócrates, una vida con mas supuestos que realidades no dejó obra escrita. Se sabe de su existencia por referencias de sus contempóraneos que plasmaron lo que pensaban en papel. Son lugares comunes sus ideas sueltas sacadas de manera interesada o inocente de la narración de sus clases. “Solo se que no se nada”. Su frase capital. Tal vez, su creación mas acabada e importante es la denominada “Mayéutica”. El arte de alcanzar la verdad mediante agudas preguntas sucesivas que induzcan respuestas consecutivas que vayan adquiriendo densidad hasta ir aclarando u oscureciendo según sea el caso el asunto estudiado. Lo importante es que de ese intercambio vaya creciendo el acervo de conocimientos que revelen el lado oscuro de la luna, o el sexo de los ángeles, o los dogmas, o cualquier área del conocimiento que despierte la curiosidad del ser humano, es decir la mayeútica como método resulta ser de aplicación universal. Como la Ciencia.
     Uno de sus discípulos mas aventajados: Platón esbozó la teoría del totalitarismo. Esto no lo hace ni mejor ni peor que nadie. Solo respondía a las necesidades de su tiempo y el ilustre griego miembro de una linajuda familia aristocrática de la sociedad de su época estaba consciente de su deber, de la tarea impuesta por su noble cuna de pensar en la producción y reproducción del poder. Producir poder para el mantenimiento del status mediante la opresión sistemática a los nacidos en cunas mas modestas. Reproducir el poder evitando el cuestionamiento del estado de cosas y la acción para romper con el. La mayéutica se convierte en método para hacer ciencia al servicio del poder.

     Platón concebía a la educación como un proceso de formación de poder, por un lado establecía a los militares como casta formada para la administración especializada e institucionalizada de la violencia en áreas del conocimiento muy específicas para la realización de sus tareas, por el otro; los filósofos como almas superiores en moral y razón, educados en amor y verdad con la intención de guiar en la toma de decisiones  que sirvan a los intereses de la sociedad, todo esto en un marco que limita la acción de los poetas pues consideraba necesario supervisar la formación de mitos en una especie de censura de contenidos en su creación y difusión. La religión estaba muy relacionada con el Estado, por ello todo mito que cuestione el organigrama de los dioses y sus implicaciones pone en el peligro la supremacía de la clase dominante. Por ello, la educación es método, contenido, moral, ética, conocerse a sí mismo a partir del punto del que no se sabe nada, una forma de vida que responde a los intereses de la clase dominante, la clase dominante que acabó con la existencia de Sócrates, la misma que oyó y leyó de Platón el entramado sobre el cual debe sostenerse el poder. En fin, un poderoso instrumento para la libertad o para la opresión.

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