Las externalidades y la Responsabilidad Social Empresarial

Toda actividad humana relacionada con el emprendimiento incluye la transformación de la naturaleza y parte de la existencia de una necesidad susceptible de ser satisfecha mediante el ofrecimiento de un producto. Esta necesidad debe ser lo suficientemente considerable en términos de las personas que tienen esa carencia como para que sea estimada como un mercado. Para darle forma a este producto es pertinente contratar mano de obra, comprar insumos o materias primas, tener acceso al uso de maquinaria que transforme las materias primas las cuales deben estar instaladas o asentadas en un espacio físico y éste debe tener un propietario; es decir, que la condición previa para que se logre crear un producto es la existencia de un modo de propiedad que coexista con un mercado, la posibilidad de contratar factores productivos (Tierra, Trabajo y Capital), todo esto en el marco de una estructura legal que defienda la propiedad privada. Este esfuerzo sólo se justifica si convergen incentivos para este largo proceso que se describe en unas pocas líneas, tal incentivo es la utilidad que se pueda obtener y que además incluye todo un proceso de transformación del paisaje con consecuencias tal vez no mensurables en términos monetarios mas si en términos de deterioro del ambiente. La ciencia económica resume estas consecuencias sobre el hábitat como externalidades y de diversas maneras buscar establecer una metodología que permita atenuar estos efectos colaterales de la actividad humana o que el Estado como órgano supremo en quien la sociedad delega el manejo de todo lo que la afecta desde la detección de problemas pasando por la legislación necesaria para afrontarlo, terminando con la ejecución, seguimiento y monitoreo del plan para tener certeza de que el objetivo de disminuir los efectos perniciosos de la actividad económica sobre la sociedad.

En principio, se entendía que eran incompatibles la actividad económica y el ambiente, tanto que los más radicales economistas clásicos o liberales justificaban el daño ambiental en aras del desarrollo económico en manos de la iniciativa privada que eleve las condiciones de vida materiales de la población, sin embargo las versiones más renovadas de aquellos pioneros del estudio de la economía son las principales propulsoras de propuestas que aspiran a atenuar las ya mencionadas externalidades hasta el punto de que el concepto sufrió una mutación y ahora se denomina con un término más elegante como lo es el de la Responsabilidad Social Empresarial.

Las externalidades eran vistas como una fase separada del proceso asociado al capitalismo, las externalidades podrían mitigarse mediante la aplicación de impuestos que permitan al Estado financiar programas o a través de la instalación de equipos o la ejecución de procesos conexos con la producción de bienes destinados a tal fin; ahora, la RSE forma parte integral de la empresa pues está vinculada a la gestión de las marcas que maneja la empresa que en modo alguno están interesadas en que se les relacione con daños irreversibles al medio ambiente pues esto tendría consecuencias nefastas en el desempeño empresarial, por ello más que identificar o asociar conceptos se trata de establecer patrones de comportamiento que sean extensibles a todos los ámbitos de la sociedad y se convierta en conducta habitual de los que en ella conviven produciendo de ésta valor económico para la empresa por poseer en su cartera de marcas productos manufacturados bajo criterios de responsabilidad social y generando valor social que aumente el acervo de capital humano, preserve la naturaleza y reproduzca en las futuras generaciones la cultura que de ello se deriva

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