La revolución no necesita de Política Económica

Empecemos por definir ambas: Por Economía Política entenderemos todo el tramado teórico derivado de muchos años de ser testigos de la realidad y obtener de ella un patrón de conducta. Todo el desarrollo desde que a Aristóteles le pareció la administración del hogar una tarea tan compleja que requería de una ciencia que la sistematizara pasando por la elemental Teoría de las Tijeras ó de la Oferta y la Demanda de la Escuela de Londres y la Teoría de la Competencia Imperfecta de Joan Robinson hasta llegar a la Teoría de Juegos de John Nash ó Elinor Strom siendo la primera dama en recibir el Nobel de Economía en el 2009 por sus teorías sobre el papel de las empresas en la resolución de conflictos y por el análisis del papel de éstas como estructuras de gobierno alternativas y sus límites. En cambio, por Política Económica entenderemos la aplicación de todo este acervo de conocimientos en particular el relacionado con la Macroeconomía en la puesta en práctica de políticas que estabilicen el desempeño de las economías y las transformen estructuralmente para permitirles crecer, disminuir el desempleo, abatir la inflación y sacar de las sociedades el mayor provecho económico posible con el fin de alcanzar los objetivos que éstas se fijen. En resumidas cuentas la relación entre ambas resulta directa, pues la Economía Política es la materia prima que permite el desarrollo de la Política Económica.
El desarrollo de la Política Económica se puso de manifiesto durante la Gran Depresión del principios del 1929 caracterizada por una caída sustantiva de los indicadores de actividad económica y de los niveles de empleo que preocupaba a los gobiernos de la época, la mayoría de los economistas (de escuela clásica) aconsejaban dejar pasar el tiempo ya que el desempleo; disminuía el salario, los inventarios mas altos; los precios y el exceso de dinero en los bancos; las tasas de interés. Todo esto era cierto, pero la actividad económica no repuntaba. John Maynard Keynes opinaba a largo plazo todos estaríamos muertos, por lo que se impuso la necesidad que alguien hiciera algo y ese alguien tenía que ser el Estado que presionado por las demandas sociales producto de la calamitosa situación y por políticos con falta de fondos públicos que les permitiera financiar los proyectos que sus egos suelen reclamarles, de allí que siguiendo las recomendaciones de tal vez el economista mas brillante del siglo pasado se inició en los Estados Unidos un plan de inversiones en obras públicas llamado el New Deal que mejoraba las expectativas de los empresarios y los animaba a invertir sacando a la economía de los Estados Unidos de la fase depresiva de su ciclo económico en la que se encontraba con el efecto multiplicador que esto tuvo en el otro lado del Atlántico que experimentó una vivencia similar. Sin embargo, existe un antecedente a la situación anteriormente descrita: La denominada NPE que se vió Vladimir Ilich Ulianov (mejor conocido como Lenin) en la obligación de implementar en la naciente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas luego de su llegada al poder en 1917 que convirtió un país feudal en un país que caminaba hacia la construcción del socialismo como fase previa al estado comunista sin el necesario paso por el modelo de acumulación capitalista como aconsejaba el manual. La colectivización forzosa de las tierras en manos de señores feudales trajo como consecuencia la disminución de la producción agrícola y por lo tanto escasez de alimentos aumentando los problemas que enfrentaba el naciente gobierno bolchevique para enfrentar el problema, no les quedó mas remedio que detener el proceso de colectivización de tierras, de confiscación de cosechas (se quedaron sin cosechas que confiscar) y liberar los precios de los productos agrícolas. La combinación de tales medidas surtieron el efecto deseado que era el de frenar el creciente descontento popular por la hambruna y la carestía de los alimentos, mas no los proyectos de continuar construyendo la sociedad comunista, en el período entre 1917 y 1989 mucha nieve cayó sobre las estepas rusas, muchos fueron los opositores que terminaron colgados tras juicios sumarios con una sentencia única, muchos murieron conteniendo la arremetida nazi en la Segunda Guerra Mundial y mucha fué la tinta gastada en desarrollar el denominado socialismo científico que propugnaba la abolición del mercado, el fin de la contradicción entre medios privados de producción y necesidades sociales para que fuera sustituido por un complejo sistema de planificación centralizada que genera alrededor de la economía socialista una barrera de protección contra las crisis de sobreproducción, desempleo e inflación típicas del modo de producción capitalista y causadas por la anarquía del mercado. El mensaje era simple: Dejar de producir bienes de consumo para producir bienes de capital. Faltaba el trigo pero sobraban los tractores. El resto es historia conocida.
Todo ésta larga introducción con la que he aburrido tanto al desprevenido lector (Si hubiere alguno) que ha tenido la piedad y paciencia de llegar hasta aquí es por la preocupación que según encuestas hechas recientemente tienen los venezolanos ciudadanos por el estado de postración de la economía. Temen un empeoramiento de su situación y luego de la inseguridad, el desempleo, la inflación, la escasez y la falta de crecimiento ante la mirada impertérrita de un gobierno que se quedó sin instrumentos de política fiscal y monetaria para alcanzar los objetivos de estabilización y crecimiento. La política fiscal con un muy bajo nivel en la ejecución del presupuesto sin mencionar la calidad del gasto que se hace con fines redistributivos y de manera espasmódica, con ingresos menguantes a mediano plazo debido a la falta de garantías elementales a la propiedad y caída de la inversión en actividades que generen renta gravable. Una política fiscal que solo apuesta al incremento de los precios del petróleo. La política monetaria en manos de un banco central sin autonomía alguna y cazando (literalmente) bonos denominados en dólares de en las casas de bolsa intervenidas y cerradas para alimentar ese complemento de CADIVI que es el SITME. Sería interesante ver que hará el BCV cuando agote la existencia de bonos expropiados. Por ésta vía, a largo plazo, los venezolanos solo tendremos largas colas para obtener bienes de primera necesidad en nuestro horizonte, una población que ve pasar su día a día sin planes de vida, sin perspectivas a futuro, contemplando el mar, la tierra que los separa de la libertad y la esperanza, viendo el aeropuerto como horizonte de vida en un país que se irá extinguiendo lentamente hasta solo quedar los restos de un pasado que no fue brillante pero si distinto. Como en Cuba,Corea del Norte,aquellos países árabes no petroleros. ¿Para que una Política Económica? Las revoluciones no las necesitan.

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