¿Se puede prescindir del mercado?





Desde que a Aristóteles se le ocurrió que la administración del hogar era lo suficientemente complicada como para merecer la consideración de ser ciencia hasta la publicación de ¨La Investigación acerca de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones¨ de Adam Smith en 1776, casualmente un año después del inicio de la revolución de las 13 colonias de Nueva Inglaterra en América que se sospecha dio al traste con la cordura (Si alguna vez la tuvo) de Jorge III. No corrió mucha agua bajo el puente de la economía, mas si bajo el puente de las transformaciones sociales. Apenas Adam Smith en su obra magna en la que pretendía darle carácter científico a ésta ciencia en cuestión dió unas pinceladas acerca de lo que debía ser el papel del estado, de hecho no tenía prácticamente ninguno aparte de lo relacionado con las problemáticas cuentas fiscales de los Reinos de la época, ya sabemos de la voracidad fiscal del Sheriff de Nottingham quien en nombre del príncipe Juan Sin Tierra regente de Inglaterra en ausencia de Ricardo Corazón de León embarcado en la aventura de las Cruzadas ejercía prácticas infames para cumplir con las metas de recaudación, constituyéndose así en precursores del SENIAT criollo, sin embargo fue en 1936, a partir de la publicación de la ¨Teoría General del empleo, interés y el dinero¨ por John Maynard Keynes cuando se empezó a tener consciencia acerca del papel del estado como promotor de la estabilidad y el crecimiento económico, idea polémica ya que aunque ya habían pasado la época victoriana en la que según Carlos Marx se había alcanzado el clímax del desarrollo de las fuerzas productivas tras lo cual era razonable esperar su caída inminente y la consecuente sustitución por el Modo de producción socialista como un si fuera un hecho ineludible. Idea polémica pues según el estado de las cosas de la época bastaba con dejar fluir a los mercados, que estos se autoregularan, que por el efecto del desempleo, del aumento de los inventarios y del dinero en los bancos, disminuyeran los salarios, el nivel general de precios y las tasas de interés para que la actividad económica se reactivara sin tomar en cuenta que el Estado había introducido una serie de regulaciones que hacían difícil que el mencionado ajuste automático fuera posible por lo que las fase de depresión del ciclo económico se prolongaba indefinidamente. El liberalismo económico insistía en que la intervención era innecesaria pues a largo plazo la actividad económica se reanimaría, a lo que Keynes respondía ¨..a largo plazo todos estaremos muertos¨, de allí entonces (y era su planteamiento central) que el estado podría jugar un papel protagónico en acelerar la llegada de la ansiada recuperación mediante la inversión pública en infraestructura social, se reanima la demanda, se generan expectativas positivas acerca del desempeño económico futuro, los empresarios se ven motivados a invertir generándose un circulo virtuoso que traería como consecuencia una aumento general del nivel de renta nacional. Estas ideas dieron origen al denominado ¨Big Deal¨ del gobierno de Roosevelt en USA, de la recuperación alemana bajo el gobierno nazi y la base para la puesta en marcha del ¨Plan Marshall¨ para la recuperación de Europa Occidental asolada luego de la segunda guerra mundial. En Venezuela, tuvimos nuestra propia versión de keynesianismo cuando el país experimentó tasas de crecimiento del PIB acompañadas de baja inflación de manera consistente a durante mas de 20 años, luego de 1983 el país ha estado sufriendo de prolongados períodos de estancamiento alternados con cortos períodos de recuperación aderezados con una inflación galopante que han hecho mella de los bolsillos y del nivel de vida del venezolano promedio. En una región como América Latina donde Venezuela era una isla de estabilidad económica y política en medio de atroces dictaduras populistas y de derecha, plagadas de hiperinflación y económicamente paralizadas hasta los setenta. Ahora la situación es distinta, mientras nuestros vecinos han conseguido la receta para crecer de manera sostenida y con baja inflación, cuando los períodos de crecimiento económico cada vez son mas prolongados gracias a la identificación de la fase del ciclo económico y la combinación de las políticas fiscales y monetarias, nuestro país se ha embarcando en un proceso revolucionario que niega los derechos de propiedad, la libre iniciativa, destruye el empleo y condena a la sociedad venezolana a la pobreza. En los países de Europa Oriental fundamentalmente en la entonces denominada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas el intento de destruir el mercado como mecanismo para asignación de recursos entre los factores productivos en un país de desarrollo capitalista incipiente con estructuras feudales de propiedad fué sustituido por Planes Quinquenales de desarrollo con metas muy ambiciosas salidas de las afiebradas mentes de burócratas del régimen expertos en programación lineal y matrices insumo-producto y que ellos aspiraban a que se convirtieran en el plan de acción de los gerentes de las empresas públicas, un mundo en el que las crisis de sobreproducción causadas por la anarquía del mercado y el desempleo e inflación correspondiente desaparecerían. No hace falta que describamos lo que ocurrió posteriormente la historia de ese fracaso es ampliamente conocida. En este contexto es difícil presentarse ante un grupo de estudiantes de pre y post grado y darles herramientas para el análisis económico y toma de decisiones de inversión cuando son cada vez mas escasos los instrumentos de inversión en el país, cuando cualquier plan de negocios desaparece ante el capricho de la manía expropiadora, y terminamos buscando en el desván en unas cajas polvorientas libros de marxismo utilizados durante el estudio de la carrera para ayudar a sus confundidas mentes a entender lo que ocurre. El cortocircuito existente entre lo que estudian basado en la acción para la eficiencia y rentabilidad y un entorno público que acosa la inversión privada. Antes de releer al marxismo, recordamos al destacado economista austríaco Joseph Schumpeter quien opinaba que en un ambiente social hostil a la libre iniciativa resulte imposible que el capitalismo prospere ya que el ahogo de la misma impide a su vez el proceso de innovación necesario para que el capitalismo mejore las condiciones de vida de los ciudadanos.
Cada vez que hablo del tema con mi hijo, me imagino que terminaré mis días dando clases de marxismo y enredado tratando de explicarle a algún alumno sagaz como trabajos similares con el mismo desgaste de sangre sudor y lágrimas son remunerados de manera distinta.

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