Unas vidas exageradas

Cuando alguien camina por París ya no vuelve a ser el mismo. Caminar por esas calles impolutas, empedradas, con corrientes de agua sin turbulencia alguna que suelen llevarse todo a su paso y desecharlo a través de una alcantarilla. Caminas y siempre ves al fondo algún edificio o monumento que te da sensación de logro alcanzado, de meta traspuesta, en honor a algún principio o valor humano supremo. Empiezas a imaginar como se llegó a esto porque es evidente que no fué de manera espontánea, quien lo pensó,lo planificó en papel y lo llevo a la realidad, indagando acerca de la cabeza pensante de todo esto y nos encontramos que no fue consecuencia de una sola persona sino el producto de la continuidad de varias generaciones que han nos han dejado un producto tan acabado como esta ciudad fantástica. Toda metrópoli suele tener un inicio silvestre a orillas de un río por una razón elemental, a partir de allí y en base a una actividad económica específica dicha actividad empieza a servir d...